Thursday, 8 May 2008

Ventajas de tener un apellido largo dentro de las desventajas de vivir en mi país berreta

Un trámite que debería ser justamente eso -un trámite- se interpone ahora entre mí y el avion que me va a llevar a Suecia, que no es Suiza.

Empecé a gestionar el pasaporte el 15 de febrero, fui inocentemente a buscarlo 40 días hábiles, dos meses después y ahí me entero que el trámite ni siquiera ha empezado, nada, cero, niet, menos que nada.

(Qué habrá pasado? Me imagino mi legajo deslizándose entre otros papeles, hasta caer por atrás del escritorio de una cincuentona tenida, o una ventana que se abre y mi papel que se vuela, o una caja con papeles que se cae de una camioneta que gira demasiado rápido y con la puerta de la caja abierta)

Admito que esto coloca todo en alerta amarilla. Así comienza mi peregrinar, rogando con mi mejor cara por el ansiado pasaporte. Ya fui un par de veces a la cola de reclamos del centro documental de la calle Azopardo, obteniendo poca y nula información, rellenando formularios que ya llené antes, renovando mi esperanza y espantando los temores. Todo esto sucede entre las paredes de la sede de la "policía científica". En fin, Dios dirá.



Por ahora, la suboficial que está ahí cuando uno finalmente llega, ya me reconoce y me dice "ah, el del apellido difícil". La esperanza es lo último que se pierde.

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